Lucía: El llegaba, yo dormía, en silencio se acercaba,
Me dejaba una caricia, y en sus brazos me tomaba,
Cuando su cuerpo sentía, poco a poco despertaba,
Y mi miedo se moría cuando él me hablaba. . .
Joaquín: Tranquila amor, tranquila, duerme que soy yo, mi vida. . .
Lucía: Y yo le creía, hasta que un día sin querer descubrí,
Que era todo mentira. . .
Lucía: Esas caricias no eran sólo mías,
Ni las palabras que él siempre decía,
Yo era dueña de la noche, pero ella del día. . .
Y todo el tiempo que nunca me daba,
Todo ese tiempo de mí se reía,
Yo era dueña de la noche, pero no de su vida,
Era todo mentira, mentira. . .
Lucía: Todo había ya cambiado, aunque él no lo sabía,
Yo trataba de olvidarme, pero era inútil, no podía,
Tan profundo y tan grande era el amor que yo le daba,
Que no podía acostumbrarme a saber que me engañaba. . .
El llegó, yo no dormía, en silencio lo esperaba,
Cuando se acercó a abrazarme, puse fin allá a su vida,
Y vinieron a buscarme, estoy aquí desde aquel día,
Y en la noche al acostarme aún lo escucho todavía. . .
Joaquín: Tranquila amor, tranquila, duerme que soy yo, mi vida. . .
Lucía: Y yo me reía, porque al final sin querer descubrí,
Que el no me mentía. . .
Lucía: Esas caricias eran sólo mías,
Todo fue invento de mis fantasías,
Yo era dueña de su vida y él ya no vivía,
Y una mañana me marché a buscarlo,
Para estar juntos como el primer día,
Y al encontrarme me abrazó y me dijo,
Tranquila amor. . . tranquila. . .