Lucía y Joaquín: A la misma hora en el mismo lugar,
El iba cada tarde para verla pasar,
Ella abrazada con el hombre aquel,
Y él enamorado de esa mujer. . .
A la misma hora en el mismo lugar,
En la misma mesa y en el mismo bar,
Dejaba el corazón llorando por amor,
Por ese amor que le quitaba el sueño, la vida y la paz. . .
Y luego por la noche él volvía a casa,
Un beso, una caricia de quien lo esperaba,
Siempre el mismo reproche, su mirada ausente,
Siempre la imagen de ella, dueña de su mente. . .
Y luego otra vez, despierto en la cama,
Tratando de olvidarla, abrazado a su almohada,
De nuevo esa pregunta: "dime qué te pasa?"
Y él que le responde: "nada, hasta mañana. . . "
A la misma hora en el mismo lugar,
El volvió esa tarde para verla pasar,
Ella como siempre con el hombre aquel,
Y él que se moría por esa mujer. . .
A la misma hora en el mismo lugar,
En la misma mesa y en el mismo bar,
Al final le escribió una carta de amor,
Con lo que hubiera querido decirle y no se atrevió. . .
Y luego por la noche él volvía a casa,
Un beso, una caricia de quien lo esperaba,
Siempre el mismo reproche, su mirada ausente,
Siempre la imagen de ella dueña de su mente. . .
Y esa noche en silencio se fue de la cama,
Guardó en una maleta lo que le quedaba,
Le puso a su mujer la carta en la almohada,
A ese amor infiel, a la que tanto amaba. . .
Y se fue despacio para no volver,
Se marchó en la noche del domingo aquel,
Pero cada tanto lo veían pasar,
A la misma hora y en el mismo lugar. . .